lunes, 4 de enero de 2010

texto

 

 

En un libro me tope con este fragmento que me gusto mucho, y pues quisiera compartirlo

 

 

Pero ahora, y por primera vez, he sentido dolor, tanto dolor. Es como un puñetazo en el estomago, me corta la respiración, tengo el corazón hecho migas y siento retortijones. Un dolor físico insoportable. Me he preguntado si me recuperaría algun día de este dolor. Me dolía tanto que tenía ganas de gritar. Pero no he gritado. Lo que noto ahora que el dolor sigue aquí pero ya ni me impide andar o hablar es una sensación de impotencia y de absurdos totales. Entonces, ¿es así? De golpe, ¿todos los posibles se apagan? Una vida llena de proyectos, de conversaciones apenas empezadas, de deseos que ni siquiera se han realizado, ¿se apaga en un segundo y ya no hay mas nada, ya no hay nada que hacer, ya no se puede volver atrás?

Por primera vez en mi vida, he sentido el significado de la palabra nunca. Pues bien, es horrible. Pronunciamos esa palabra cien veces al día pero no sabemos lo que decimos antes de habernos enfrentado a un verdadero "nuna más". El caso es que uno siempre tiene la ilusión de que controla lo que ocurre; nada nos parece definitivo. (…) Pero cuando alguien a quien se quiere muere… entonces de verdad os digo que uno siente lo que significa, y hace mucho, mucho, mucho daño. Es como un castillo de fuegos artificiales que se apagara de golpe y todo quedara negro. Me siento sola, enferma, me duele el corazón y cada movimiento me cuesta esfuerzos titánicos.

 

Pero al cruzar el patio nos hemos parado en seco los dos; alguien se había puesto a tocar el piano y se oía muy bien lo que tocaba…. Hemos respirado hondo, dejando que el sol nos calentara la cara y escuchando la música que venía de arriba. … Y nos hemos quedado ahí unos minutos, escuchando la música.

 

Pensando en eso esta noche, con el corazón y estomago hechos papilla, me digo que a fin de cuentas quizá eso sea la vida: mucha desesperación pero también algunos momentos de belleza donde el tiempo ya no es igual. Es como si las notas musicales hicieran una suerte de paréntesis en el tiempo, una suspensión, otro lugar aquí mismo, uno mismo siempre en el jamás.

 

Si, eso es, un siempre en el jamás.

 

 

Tomado del libro "La elegancia del erizo" de Muriel Barbery

 

 

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